100 metros
Se escapa la traviesa brisa en libertad sublime.
Se escapan las notas suaves, y ella sus ojos cierra.
Su falda negra emula una noche de luna llena.
Y en su cuello cuelga el fragmento de una estrella.
Baila despreocupada, elevada 100 metros de la tierra.
En una terraza cualquiera, 100 metros más cerca de todas sus
estrellas.
Su espíritu se asemeja al inquebrantable samu.u.
Árbol acorazado, resistente y cauteloso.
A gusto se sienta entre la hierba, mujer con el espíritu de
Gea.
Y en su boca florecen las flores del tajy.
Se escapa la traviesa brisa, envuelta entre las notas suaves
de un reggae cualquiera.
Y sus flores se esparcen por asunción en un día de agosto.
Adorna los barrios, las calles se visten de sus labios,
rojiazules.
Y a veces, el inexacto tiempo endeble se detiene.
Cuando ella toma un daiquiri rosa.
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