Hola mamá

Hola mamá

Que hermoso tu silencio arrullador, el que escuchaba de chico antes de dormir, y sentía la complaciente palma de tu mano en mi pecho, ese acto de buen augurio transformaba todo miedo sin sentido, y los fantasmas escondidos en la oscuridad se revelaban como camperas colgadas en la esquina, siempre me decías que los ruidos eran de las hojas con el viento, y que las flores de tus orquídeas bailaban con la brisa.

Ante las estruendosas tormentas de verano, en una Asunción de los 90” los rayos parecían caer a mi diestra, y yo escuchaba la siniestra onda expansiva de los truenos replicándose como una inminente amenaza, pero la palabra es calma, y la tuya también era vida; ”carlitos, los rayos son obra de lo magnifico que es Dios, y la lluvia es un regalo para las pobres plantitas, el viento fresco trae alivio y ese sonido es solo la música de los cielos” siempre y hasta ahora te tomas un tiempo luego de esa reflexión, luego de unos segundos me mostrabas el piso, y decías “cuando veas que las gotas forman soldaditos en el suelo, es porque seguirá lloviendo fuerte, pero cuando escuchas que los pajaritos empiezan a cantar, es porque la tormenta termina”

Esto mismo su papa le decía a ella, y ella encontraba calma en las palabras de su padre.

Por un momento, el tiempo y todas las leyes naturales quedaron excluidas, quebradas y sin validez, la niña capaz de 6 años que nunca conocí, capaz con mi mismo miedo sin sentido a que le caiga un rayo, se hizo presente llena de sabiduría, con palabras de su padre, transmitidas atemporalmente llenas de amor.

La sabiduría me encontró desprevenido, pero la misma se revela a su tiempo.

Hiciste de un terreno convencional un mundo entero, ante mi curiosidad desbordante y mi insistencia.
Mujer bienaventurada, sin miedo a expandir las fronteras enteras de nuestro hogar, ensanchaste los puntos cardinales a tu dicha,  al frente el portón verde, que se encontraba al pasar unas escaleras, ese portón con un pequeño candando, que nunca se encontraba cerrado, del cual nunca nadie tuvo la llave, al fondo la estructura de un viejo pozo de los deseos, blanco, vetusto y oxidado, en sus costados flores que solo vos lograbas hacerlas florecer con tus manos de artesana y en su fondo ningún deseo tuyo pendiente mamá.

la compañera menguante en la noche y vos esperando a que tus hijos lleguen a casa, con un vigilante nerviosismo, disfrazada de una paz inmaculada.

El fondo vacío del pozo se llenó deseo a deseo, pedido a pedido, el cielo indiferente tampoco mandaba ningún alivio, la fe se volvió una necesidad imperiosa, la esperanza se agotaba a cuenta gotas, la sinergia causal de los sucesos desafortunados nublo el jardín con su espesa atmósfera, tu palabra era calma y también era vida, pero el destino encaprichado decidió no voltear su mirada, el pozo rebosaba de deseos incumplidos, el cielo se empecinaba a engañarnos con falsas victorias. Dos días antes de tu cumpleaños, empezamos a perder la carrera, la santa navidad quedo remplazada por un manto de tristeza.

Bienaventurado es tu corazón, lleno de mansedumbre, de los retazos resultantes de esta carrera perdida, te reconstruiste en amor y paciencia, con dolor y tristeza, te hiciste fuerte, nos hiciste fuerte, nos llenaste de vida, cargaste todo el dolor para vos, te sentaste al borde de la cama, miraste tu ventana, y desde ella veías tus palmeras preciadas, en cada palmera, brotecitos de orquídeas, te llenaste de fe, te desbordaste de esperanza, no reclamaste al cielo, no alzaste tu voz con odio, te volviste amor puro, y empezaste de nuevo.

Tu amor traspaso toda barrera.

Aunque el paso del tiempo marque el ritmo, y el destino injusto una vez más nos ponga a prueba,

Aunque los recuerdos se pierdan en esa maraña invisible y el tiempo se curve ante el espacio impoluto, en una complicidad manifiesta con el olvido.

Aunque el diablo se encuentre al acecho, tratando de robar tu memoria, siempre te encostran  tan pacífica

Mama, vos con tus ojos inocentes, y tus manos pacificadoras sosteniendo un pequeño libro escrito de coraje, al borde de tu cama, mirando sin miedo al futuro incierto, mirando al borde de tu ventana, tu jardín lleno de orquídeas, soltas las palabras más poderosas de todos los dialécticos, apenas contenida en su envase gráfico y semántico.

Un tsunami de amor invaden mis ojos, una explosión estruendosa como mil truenos se escuchan de tu boca, tanto amor contenido en un envase de arcilla, tanto amor en 5 simples palabras escritas.

Hola Carlitos, Hola mi amor.

Gracias mamá, por enseñarme sobre tus orquídeas.
Te quiero.

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